Es muy fácil hablar de qué
es el socialismo (y ver ejemplos concretos en los que dicha ideología política
fue implementada) cuando se habla del viejo continente. Basta remitirse a
conceptos reconocidos y estudiados como “Marx”, “revolución francesa”, “clase
obrera”, “Rusia” y, a la hora de apropiarlo a nuestro continente, el ejemplo
por definición: “Cuba”.
Sin
embargo, debido a los recientes acontecimientos políticos por fuera de esos
ejemplos clásicos (“Venezuela”, “Argentina”, y “Uruguay”, “Bolivia” serían
algunas palabras claves aquí) el término ha venido recobrando interés. Esta
renovada atención por modelos no capitalistas ni neoliberales ha llevado a que
políticos logren entender (y de manera práctica, aprovechar las oportunidades
que se presentarán) al socialismo e idealismos adyacentes.
El
interesante resultado es que, dicho ahora por voces nacionales e
internacionales que ya no están interesados en polarizar al globo y generar
propaganda a favor de una o en contra de otra ideología, el panorama latinoamericano
socialista resulta no solo atractivo en teoría sino provechoso y necesario en
la práctica.
Pero
antes de continuar por esta línea de mutuo beneficio para una sociedad
globalizada, es importante resaltar, como lo hacen los académicos, que el socialismo
actual que se vive en América Latina es una variante, sino una progresión en
muchas variantes, del socialismo original. Es decir: los términos al principio
de este artículo, o las ideas generadas a partir de esos términos no
necesariamente se aplican al panorama moderno.
Para
entenderlo mejor, Heinz Dieterich Steffan (sociólogo y analista político
alemán, residente en México) ha acuñado el término “socialismo del siglo XXI”.
Si bien ese término ha sido acuñado por líderes políticos específicos de
Venezuela, Ecuador y Bolivia, la idea subyacente de su teoría está en
identificar que los proyectos de izquierda latinoamericanos deben, y de hecho
se han adaptado a sus propios contextos, ajustando los paradigmas utópicos a
una realidad económica que integra las economías globales, entre otros ajustes.
Ahora,
regresando a la perspectiva práctica sobre la utilidad de reconsiderar estos
programas como una opción político-económica en el mundo de hoy, entra en juego
que, bajo estas nuevas definiciones de socialismo, ya no son tres o cuatro los
países con estas tendencias, sino 15 países quienes, según lo reportado por la
BBC hace casi 10 años en su artículo, tienen gobiernos que se inclinan por la
izquierda.
Es
tal el incremento de apropiación de ideologías, prácticas o tendencias de
izquierda en Latinoamérica, que incluso estudiosos norteamericanos plantean que
estos movimientos buscan más una independencia económica que los convierta en
“Altermundistas” más que una lucha política.
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